Estoy en Estados Unidos. Antes de venir, encontré -de la nada, buscando un archivo en la compu- un artículo que había guardado para leer después. Y «después» por suerte llegó: y lo que leí me maravilló. Porque en el artículo se decían muchas cosas que yo había estado repitiendo -mayormente con pacientes- los últimos meses. Y también porque la concepción del stress es muy parecida a la mía. Así es que encargué el libro, y en los ratos que puedo lo voy leyendo.

El libro es de la Dra. Elissa Epel y se llama «The STRESS Prescription». En el, Epel habla del stress crónico (me gustó mucho esta forma de llamarlo, me parece mucho más clara que stress fisiológico) y como dije antes me gusta ver que yo estaba bien direccionado con mi propia concepción del stress. En estas charlas con mis pacientes les contaba que 20/25 años atrás, cuando empecé a escuchar hablar de stress, pensaba que el stress se debía a las condiciones de vida imperantes: sobre estimulación de todo tipo, ritmo de vida, etc. Pero el stress del que hablo ahora es un stress «interno», propio, uno que viaja con nosotros, y que se activa con el stress «externo». Las condiciones de vida, la incertidumbre en la que vivimos, algunas cosas que nos pasan gatillan este stress previo o crónico o «interno», pero ese stress ya está presente como carga en nuestro cuerpo. Otro tema del que hablé mucho en estos últimos años es acerca de las limitaciones del intelecto o de la voluntad en ciertas cuestiones tales como decirle a una persona ansiosa «tenes que relajarte»: si fuese tan fácil la persona en cuestión ya lo habría hecho. Y a lo que apunto con esto es que la carga que llevamos como residuo de experiencias pasadas en el cuerpo no se va porque comprendamos de donde viene o porque hagamos mucha fuerza para que se vaya o porque practiquemos con ahínco ciertas disciplinas. Lo que he comprobado una y otra vez, en mi propia experiencia en el pasado o siendo testigo del proceso de otros, es que las más de las veces lo que logramos es solo compensar esa carga, ponerla «entre paréntesis» por un tiempo. Y eso no quiere decir que comprender intelectualmente las causas esté mal… para nada; ni que realizar ciertas prácticas no tenga sentido, absolutamente no: está muy bien hacerlo. Ahora bien, en este momento tenemos la posibilidad de sacar esa carga de nuestros cuerpos y eso es lo que todo lo cambia. Porque si hacemos esto, entramos en lo que la Dra. Epel llama deep rest (blue mind), que es un estado natural (uno que nos es propio, pero del que todos estamos bastante alejados) en el cual acontece una gran renovación y el reestablecimiento de todos nuestros sistemas. Quitar la carga de stress crónico de nuestro cuerpo hace que podamos vivir con presencia y hasta con alegría en la incertidumbre (otra cosa de la que he hablado mucho en este último tiempo es que quienes mejor van a pasarla en los próximos años son quienes puedan vivir con naturalidad en la incertidumbre). Por eso, las técnicas que ella da en el libro están buenísimas y está muy bien implementarlas, pero por favor, regalate el upgrade de sacar la carga de tu cuerpo!