H  O  M  B  R  E

-NO ME GUSTA HABLAR DE NUEVA MASCULINIDAD-

 

O de Nuevo Hombre. Hombre es Hombre. Tal vez sea porque desde hace unos meses, cuando digo la palabra HOMBRE, tengo una sensación en el cuerpo de nobleza. La lista sigue, pero lo primero que viene a mí es nobleza… la nobleza del hombre. Claro que es difícil hablar de sensaciones en el cuerpo y traducirlas a palabras (que cazzo está diciendo?), pero es lo que siento; y la lista (de sensaciones!) se completa: franqueza, conexión, solidez, firmeza, vulnerabilidad, fuerza, lealtad, sensibilidad, amor.

Aunque nosotros hablamos de amor y creemos que siempre es el mismo, en este tiempo descubrí que el amor del hombre es distinto que el de la mujer: directo, sencillo, simple, uno que protege:

el hombre amor protege el amor que es la mujer.

 

Esto me lleva a algo que escribí hace unos años para INDŌMITO:

 

El hombre es amor

y siempre lo fue

pero todos, hombres y mujeres,

anduvimos perdidos, soñando sueños de dolor.

Al hombre, lo mismo que lo hacía escenográficamente poderoso,

lo mantenía sujeto, sufriendo en su impotencia…

 

Pero todos conservamos zonas indómitas

vivas

verdaderas

todo el asunto es permitirles crecer

 

AHORA es el tiempo

el Hombre es amor

y este es el momento de realizarlo

 

escrito INDŌMITO, 2019

 

 

A todos nos cuesta sentir con la plenitud y la entrega con las que sentíamos de niños, y eso es una barrera para nuestra evolución: nos perdemos de una forma de conciencia riquísima e imprescindible, una que podríamos integrar a la que desarrollamos progresivamente a partir de los 7, 8, 9, 10 años (puesta en funciones del neo córtex): conciencia pensante o interpretativa.

Al agujerear el muro, al abrir la percepción, al retomar esta CAPACIDAD DE SENTIR, se corre el velo, y al correrse el velo podríamos ver -entre muchas otras cosas- que durante mucho tiempo la raza fue ignorante acerca de cómo tratar a los recién llegados al planeta (en realidad estábamos realizando la lenta ascensión de la raza… ahora el proceso es salto cuántico). Ahora estamos integrando este conocimiento. Por eso hay tanta información acerca del trauma, del sistema nervioso, acerca del estar o no regulados, tanto conocimiento somático: estamos abriéndonos a… estamos curando un nivel muy profundo de nuestro ser. Uno que, una vez sanado, nos permite integrar “las dos conciencias”. Y así, desde nuestra integración, facilitar que los niños no tengan que partir su conciencia al medio.

Todo esto (el conocimiento profundo y las herramientas adecuadas para poder curar el trauma) ocurre para poder liberarnos del dolor, para liberarnos de la inconsciencia, para ser libres -en el momento justo- y poder volver a sentir… con el cuerpo. ¿Cómo siente un niño? Sí y no. Sí, con esa riqueza de percepción y de sensibilidad. No, porque nosotros le podemos sumar a esa percepción, el córtex prefrontal. El sistema de referencias. Podemos pensar. Podemos ser testigos de lo que sentimos. Podemos ser concientes de lo que sentimos. Podemos integrar ambas conciencias que, en realidad, ES UNA.

 

Ahora, desde esta nueva conciencia, podemos ver que el hombre violento, el hombre dominador, el hombre controlador, el hombre maltratador, el hombre depredador, era “solo” un niño violentado (generalmente -pero no exclusivamente- por su padre, a su vez violentado por su padre, a su vez…), un niño que aprendió que el amor es maltrato, que el amor es violencia; un hombre colonizado por esa larguísima cadena de inconciencia. ¿De quién es la culpa? Esa pregunta pierde sentido cuando se abre la mirada. Estuvimos navegando en la inconciencia. Se abre ahora otro momento. Sanemos el dolor que haya que sanar. Y celebremos estar vivos… AHORA.

 

Y a la mujer que enarbola la violencia en contra de la dominación, me atrevo a decirle: ese es solo el péndulo moviéndose al otro extremo, es solo la compensación del dolor, es solo alojar en vos al desbalance del hombre. ¿Está mal? No, no está mal. Pero me parece que está bueno ver que no es la resolución, que no hay conciencia plena ahí, que es solo el péndulo. ¿Queres ir por ahí? Podes hacerlo. Pero tal vez eso te cause -y entonces cause- más dolor. Porque al dolor no se lo compensa, al dolor se lo cura. ¿Cómo? Sintiéndolo hasta el fondo…. y sacándolo del cuerpo.

Todo esto no se trata de una postura, ni de una ideología: esto, hasta donde puedo ver, se trata de sanar heridas muy profundas y de la transformación -la mutación!- que eso permite; entonces, tal vez, podamos encontrar el equilibrio. La paz. El amor y la conexión. La salud y la potencia y la nobleza de nuestros masculinos y nuestros femeninos internos, seamos hombres o mujeres. Venimos de muy lejos, y llegamos a la locura de creer qué porque poníamos una E atrás de las palabras, algo en lo profundo cambiaba. Tenemos todo en nuestras manos en este nuevo tiempo. Honrémoslo como lo que es: NUEVO.

 

 

La clave, la gran clave en nosotros -hombres- es curar nuestro dolor emocional. Ahí se nos abre un mundo… un universo nuevo y diferente. Lo duro y lo rígido (que todos portamos… como defensa) se abre y nos encontramos con las habilidades “femeninas”, aquellas que se encuentran dormidas, adentro nuestro. Las que nos completan y hacen que lo masculino brille con una nueva luz.

 

 

@hombre.indomito