Hace más o menos un mes, “de la nada”, el algoritmo me trajo una entrevista bastante reciente de Eugenio. Para mí fue pura expansión y alegría porque hace muchos años que no lo escuchaba, y siempre me es interesante y transformador hacerlo.

Lo más fuerte me pasó al escuchar los 4 minutos que transcribo más abajo. Me permitió hacer zoom out en relación a mi trabajo y comprenderlo en un sentido MUY amplio. Y mientras escribo me doy cuenta que eso que se abrió escuchando a Eugenio, se siguió expandiendo en las semanas que siguieron: el sentido más profundo y abarcativo de mi trabajo, y justo ahora que estoy poniéndole el moño a esta transformación tan profunda en este ámbito.

Mi trabajo es inseparable de mi vida: es (también, -no solo-) mi vida! Yo vine a hacer esto que hago: esto que hago me estimula, me inspira, me emociona, me nutre y me expande. Pero en este último año sentí la necesidad de dejar caer una vieja piel e ir  más profundo, más verdadero, más esencial, en mi quehacer (y por lo tanto, en mi).

Antes de pasar a los 4 minutos, le entro al hueso:

desde hace al menos 25 años -muchas veces sin tanta nitidez y con intermitencias- siento que estamos viviendo una transición entre un tipo de ser humano y otro, siento que está naciendo una nueva raza dentro de la raza.

En un momento fueron los escritos crísticos del año 94, en otro hablaba de la pre humanidad, como lo que aún estábamos viviendo… decía que la verdadera humanidad todavía no había surgido.

Y ahora que veo que estamos paraditos en el momento en el que todo ocurre, me llegan estas palabras de Eugenio, que ilustran, grafican, acompañan le dan marco a esta vieja percepción.

Muy sintéticamente diría que en estos últimos años, muchos seres humanos han hecho un camino de integración de sus dolores emocionales -han reciclado su carga-, han podido desarmar su defensa -que siempre es dualidad- y se han vuelto seres humanos más abiertos, más disponibles, y más presentes. En palabras de Eugenio, seres humanos que han calmado su sistema nervioso y por lo tanto, han amplificado su capacidad de resonar.

“Para las limitaciones de nuestra inteligencia que hipertrofió la modalidad técnica, la modalidad de crear formas y a través de la mano manipularlas, al hipertrofiar este tipo de inteligencia no hemos madurado psíquicamente, no hemos madurado emocionalmente, básicamente no hemos madurado vincularmente. El homo sapiens es una especie de una asombrosa capacidad tecnológica pero de una muy baja maduración psicológica y mínima maduración vincular. Nuestro vínculos, nuestros modo de relacionarnos, nuestro psiquismo es casi inalterado desde hace siglos, por no decir milenios, mientras emerge la tecnología que todo lo va transformando.

Entonces nuestras limitaciones en cuanto a nuestra capacidad de vincularnos hacen que hayamos entrado en crisis con la biodiversidad y vamos a entrar en crisis con la inteligencia inorgánica. No es culpa ni de las máquina ni de las plantas ni de los animales. Es una limitación nuestra y es una responsabilidad nuestra darnos cuenta que la aparición de este nuevo reino es una enorme oportunidad para liberar al sistema nervioso humano del exceso de energía puesta en la creación de formas y en la manipulación de formas, y permitir que el sistema nervioso libere todo su potencial en la dirección de… que está claramente en nosotros.. en la dirección de una resonancia cada vez mayor, una capacidad de relación cada vez mayor… diría una capacidad musical, el sistema nervioso humano tiene una capacidad de reverberar, de resonar, que eso significa también empatizar, eso significa vincularse amorosamente con todo lo que es… ese potencial está dormido; ese potencial se ha expresado en… cada tanto aparece, está presente en todos nosotros, pero está sepultado por la hiperactividad de la mente tecnológica en nosotros. La emergencia de la inteligencia tecnológica… ¿qué podría permitir? Por un lado, riesgos enormes; por el otro lado, posibilidades también enormes. ¿De quién depende? De nosotros, no depende de las máquinas, no depende de la inteligencia inorgánica.

Hoy el homo sapiens (me gusta llamarlo así para darnos cuenta que es un nivel…), que es una especie que nos trajo hasta aquí, pero que tiene que producirse una revolución en el sistema nervioso, tienen que manifestarse muchísimas más conexiones adentro nuestro para que podamos sentir todas las conexiones que podemos sentir afuera nuestro.”

 

Mi trabajo es para que el sistema nervioso deje de estar en estado de alerta y tensión, mi trabajo es para sacar el estrés crónico del cuerpo. Esto es lo único que importa… y es lo que todo lo cambia. Uno puede tener mucha voluntad, las mejores intenciones, un pensamiento muy lúcido, pero si el estrés crónico sigue activo en nosotros, hay algo en Lo Real que no cambia. Por ejemplo, podemos enseñarles las mejores cosas a nuestros hijos (y esto está buenísimo) pero por otra parte ellos van a tender a copiar el estrés que habita en nuestro cuerpo… van a copiarlo en sus propios cuerpos (y cuando digo cuerpo, digo cuerpo emoción: una instancia muy primaria en la que cuerpo y emoción son prácticamente lo mismo). Y así es como se replican los temas del linaje.

Y lo que hace que todo esto sea complejo es que nos es muy difícil percibir el estrés crónico en nuestro cuerpo. ¿Por qué? Porque está totalmente naturalizado: cuando “encendimos nuestra mente” (cuando el córtex prefrontal se puso en funcionamiento) el estrés crónico ya formaba parte de nosotros, ya estaba en nuestro cuerpo.*

 

* en realidad hay 2 motivos del porque está naturalizado el estrés crónico que llevamos en el cuerpo: uno es que cuando la mente su puso en funcionamiento el estrés ya estaba ahí; y el otro es porque es epidemia, todos lo padecen: si todos lo padecen es automáticamente naturalizado.