Nos tocó nacer en una cultura que achataba. Tal vez en los últimos tiempos ya no achataba tanto, pero más bien creo que lo que pasa es que achataba de otra forma mucho más sutil y poderosa. Entonces ir más allá de las grabaciones de la cultura en nosotros, que obviamente se instilan principalmente a través de nuestros padres, es un arte. O por lo menos, para mí fue -¡y es!- un arte, hacer este camino… un camino que nunca se termina. Puesto en otros términos, es algo así como sacar las grabaciones -la carga- de mí, para poder llegar hasta mi esencia.
A algunos les toca que la carga sea más liviana, pero siempre hay carga, aunque más no sea por el hecho de nacer en un contexto que necesariamente va a formatearnos y a recortar posibilidades. Cuando esto es más extremo, cuando en el contexto hay muchas situaciones de dolor e inconciencia, las posibilidades de ser lo que uno realmente es, quedan mucho más recortadas; entonces sí, es imperioso poder descargar aquello que se sobreimprimió sobre la propia esencia.
Mi propuesta para este Taller está basada en los septenios. En los 3 septenios que van, más menos, entre los 20 y los 40 años, se juega algo muy importante para nuestra individuación: nuestra solaridad -la posibilidad de un primer brillo de lo que en esencia somos-, la de encontrar nuestro propósito, nuestro deseo e ir por ellos, y la expansión que de todo esto proviene. Luego de todo este recorrido (21-42 años), va a hacerse presente el guardián en el umbral -el que pone a prueba lo recorrido-, pero eso ya es otra historia. Ahora es el hermoso momento de ir por todo. Y mereces desplegarte de esa forma, hasta donde te atrevas; que no haya más límites que tu coraje… y la ética. Me refiero a que la menor cantidad de estrés crónico (sistema nervioso desregulado) esté limitando tu coraje.